Lo que realmente significa ser santificado
- Holy Made
- 24 nov
- 3 Min. de lectura
Hace unas semanas, estaba hablando con un amigo que me decía: “Quiero vivir para Dios, pero no me siento lo suficientemente santo”.
Esa frase me acompañó durante días, sobre todo porque me he sentido así antes. Quizás tú también. Escuchamos palabras como «santo» e imaginamos algo imposiblemente perfecto, algo inmaculado o intocable. Y, siendo sinceros, es fácil preguntárselo.
¿Cómo puede alguien como yo ser hecho santo?
Si alguna vez te has hecho esa pregunta, no estás solo. Analicémoslo juntos de forma sencilla y honesta.
¿Qué significa realmente ser santo?
Al escuchar la frase "hechos santos" , muchos imaginan una larga lista de reglas o un estándar inalcanzable. Pero la palabra tiene un significado mucho más sutil de lo que muchos creen. Ser hecho santo se trata menos de intentar ser perfecto y más de ser apartado por Dios.
No se gana.
No se demuestra mediante el desempeño.
Es el sacrificio de Jesús lo que nos hace santos, no cualquier tarea o logro que pudiéramos traer a Dios (Hebreos 10:10).
Una forma útil de pensarlo es esta: ser santificado significa que Dios pone sus manos sobre tu vida y dice: «Eres mío. Me perteneces».
Es más una relación que una obligación.
Por qué es importante ser santificado en la vida cotidiana
Quizás te preguntes: “Eso suena bien, pero ¿qué diferencia hay un martes cuando estoy estresado y cansado?”
Más de lo que piensas.
Dejas de sentir que tienes que arreglarte a ti mismo
Ser santificado te recuerda que Dios comenzó la obra y es Él quien te está moldeando. No tienes que apresurar tu crecimiento ni fingir que lo tienes todo bajo control.
Empiezas a verte diferente
En lugar de creer que tu valor proviene de tu desempeño, comienzas a reconocer que Dios ya te ve como valioso.
Caminas con más paz
Cuando sabes que has sido santificado, dejas de luchar por la aprobación y empiezas a descansar en el amor de Dios. Ese cambio por sí solo puede transformar tu día.
La lucha más común: no me siento santo
Aquí es donde casi todos nos atascamos. Vinculamos la santidad con los sentimientos o el comportamiento, así que cuando cometemos un error o tenemos una semana difícil, asumimos que hemos fracasado. Pero ser santificado no es un estado de ánimo. Es una verdad que empieza con Dios, no con nosotros.
Piénsalo como la luz del sol. No te ganas el sol. Simplemente entras en su luz. La santidad es similar. Creces en ella caminando con Dios, no perfeccionándote.
Cómo nos ayuda Dios a vivir lo que Él comenzó
Ser santificado no significa que nunca cometas errores. Significa que Dios te está moldeando desde adentro hacia afuera. Los cambios suelen ser pequeños y constantes, como aprender a perdonar más rápido, hablar con más amabilidad o hablar con más calma el tiempo suficiente para escuchar.
A continuación se presentan algunas formas sencillas de participar en ese proceso:
Observa los pequeños cambios
Quizás eres un poco más paciente que antes. Quizás te disculpaste antes de lo habitual. Estos momentos importan más de lo que crees.
Pasa un momento tranquilo con Dios
Esto no tiene por qué ser complicado. Una breve oración o una respiración lenta pueden ayudarte a recordar quién eres en Él.
Deja que Dios hable a tu identidad
Cada vez que un pensamiento diga: “No eres suficiente”, pregúntate suavemente: “¿Es eso algo que Dios diría?”
La mayoría de las veces, la respuesta será no.
Sigue avanzando
La santidad crece en las pequeñas decisiones que tomas cada día, no en los momentos dramáticos.
Estás siendo santificado, aunque no lo sientas
Cuando te preguntaste por primera vez qué significa realmente ser santo, quizá esperabas una respuesta complicada. Pero la verdad es dulce.
Dios te santifica. Dale gracias a Jesús. Recíbelo y créelo.
Él se queda cerca.
Él te guía.
Él te hace crecer de maneras que no siempre ves al principio.
Y si esto te animó, compártelo con alguien que también necesite un recordatorio. O tómate un momento hoy para reflexionar sobre las maneras silenciosas en que Dios te está moldeando. Quizás te des cuenta de que Él ha estado obrando en ti todo este tiempo.
Santo Hecho



Comentarios